Al año siguiente de la inauguración del Museo, la familia Rabinovich decidió crear un premio dirigido al arte joven, denominado Salón Arturo y Rebeca Rabinovich, comúnmente conocido como el Salón Rabinovich o “los Rabinos”. El premio se concibió como un concurso a la manera tradicional de los salones artísticos, con el objetivo de estimular y contribuir a la formación de artistas jóvenes menores de 30 años, pues el Museo reconocía que había un vacío en los espacios de circulación para sus propuestas. El Salón Rabinovich se pensó como un espacio de participación, difusión y promoción para los artistas en formación; y estaba directamente dirigido a estudiantes de arquitectura, arte y diseño de las facultades e institutos de arte del país. Durante las décadas que estuvo vigente el Salón, de 1981 al 2001, éste sufrió una serie de cambios en el planteamiento de su convocatoria, pues en un momento los artista debían ser seleccionados por sus respectivas facultades, alimentando el vínculo entre el museo y las universidades.
Con el nombre de Salón Arturo y Rebeca Rabinovich, un homenaje que Tulio Rabinovich, socio fundador y luego director del Museo, hacía a sus padres, se celebró la primera versión en octubre de 1981. Aquel primer salón tuvo apenas ocho participantes y el primer puesto fue otorgado a la obra de María Teresa Cano, Yo servida a la mesa, una instalación comestible en la cual una serie de autorretratos parciales en relieve elaborados con materiales comestibles -natilla, arroz, atún- se presentaba como un banquete para la degustación del espectador. Esta obra se convirtió en una obra icónica tanto del Salón como del arte nacional vinculado al cuerpo. Con el tiempo, algunos de los elementos planteados en esa obra serían parte del imaginario que se construyó en torno al Salón: una plataforma para propuestas sobre lo efímero o la pregunta por la permanencia de la obra de arte y su carácter participativo.
A lo largo de sus más de dos décadas de existencia, el Salón contó con la participación de 358 artistas en técnicas como pintura, dibujo, grabado, performance, instalación y video. Como los primeros premios del Salón Rabinovich eran de adquisición, el Salón permitió la entrada permanente de artistas jóvenes a la colección del Museo. La intención era que una “recopilación de lo mejor del arte joven en Colombia” hiciera parte de la colección permanente del Museo de Arte Moderno de Medellín. Entre los artistas destacados que pasaron por el Salón, y que les sirvió como un punto de partida de su trayectoria, se encuentran José Antonio Suárez Londoño, Nadín Ospina, María Fernanda Cardoso, Juan Fernando Herrán y Fredy Alzate, entre muchos otros.
Registro de la exposición: 15 años – Salón Rabinovich, 1995.