1989
Hacia finales de la década de 1980, las Empresa Públicas de Medellín lideraron el proyecto Riogrande II con el fin de asegurar el abastecimiento y la demanda del acueducto metropolitano de Medellín para las décadas siguientes, además de generar energía al Valle de Aburrá mediante una central hidroeléctrica que aprovecharía la diferencia de altura entre la altiplanicie del río Grande y el Valle de Aburrá. Riogrande II no solo buscaba ser un motor para el abastecimiento de agua y energía en Antioquia, sino que pretendía también crear un parque en los alrededores del embalse.
Con el apoyo y la dirección del Museo, se creó la convocatoria Concurso Nacional de Arte Riogrande II para artistas colombianos, quienes debían proponer una intervención a gran escala que partiera de la relación entre el arte y la ingeniería. Del total de propuestas fueron escogidas diez para articular el parque, algo semejante a lo que ya había hecho el Museo en 1983 con el Parque de Escultura del Cerro Nutibara. El concurso contó con la participación de 71 artistas colombianos, entre los que cabe destacar a Doris Salcedo, Miguel Ángel Rojas, Luis Fernando Peláez, Hugo Zapata, Ronny Vayda, Jorge Julián Aristizábal, Jorge Ortiz, John Castles, Adolfo Bernal, el grupo Utopía, Antonio Caro, María Teresa Cano, Bernardo Salcedo, Álvaro Marín, Juan Camilo Uribe y Juan Fernando Herrán, todos ellos con una participación relevante en el arte contemporáneo en Colombia y varios de ellos cercanos al Museo de Arte Moderno de Medellín, que ya se acercaba a su primera década de funcionamiento.
A pesar de que el proyecto no llegó a su fase de construcción, fue importante porque intentó promover la creación de obras de arte que respondiera al entorno natural y construido, porque abrió la posibilidad de pensar los macroproyectos de infraestructura como lugares que pueden ser intervenidos por el trabajo colectivo de los artistas y entidades y porque asumió el reto que implica la vocación tanto social como pedagógica de acercar el arte al público más allá de las paredes del Museo. La amplia participación de artistas y sus propuestas hicieron evidentes la presencia y el aporte del arte conceptual y escultórico en el arte nacional, y la fuerte relación entre arte y arquitectura en el contexto local, ampliando aquella noción que tildaba al arte nacional como “país de pintores”.