Todo peregrinaje que implique una experiencia auténtica también presupone un viaje interior, uno que conlleva una vivencia integral. En el caso de Hernando Tejada (Pereira, 1924 – Cali, 1998), sus viajes por Colombia fueron los cimientos para reafirmar su vocación de artista y su ser: en la riqueza vegetal de las zonas pantanosas y tropicales del Pacífico, al igual que en la diversidad natural y cultural de las comunidades de la costa caribeña, encontró paisajes y escenas cotidianas que alimentaron gran parte de su obra.
Los dibujos, pinturas y esculturas proceden de territorios y tiempos específicos: son imágenes y formas que emergieron a partir de 1947 gracias a una serie de viajes que Tejada emprendió por parte de Colombia y que dan cuenta de una mirada personal sobre el territorio. Primero recorrió las corrientes del río Magdalena, luego Bahía Málaga, Buenaventura, Tumaco y otros pueblos del litoral Pacífico, también estuvo en Cartagena y principalmente en las islas de San Andrés y Providencia en el mar Caribe. Algunos de estos eran destinos poco usuales, de difícil acceso e inhóspitos en ese momento, a los que Tejada arribaba de manera recurrente, principalmente por barco.
En su deseo de retratar lo visto para sí mismo o para otros, estas imágenes recopiladas en sus travesías, salieron del viaje y se volvieron materia años después. Algunos trazos se convirtieron en serigrafías, pinturas y esculturas, como es el caso de la serie Manglares, piezas que Tejada talló en madera y pintó con témperas entre 1995 y 1998. Inspirado en los bocetos de sus viajes de juventud, los manglares (que en su entorno natural mediante sus densas raíces protegen las costas del embate de los ríos y el mar) no solo son la representación de un ecosistema único, sino que también denotan la belleza del trópico y la comunión del maestro con el anhelo incesante de las comunidades costeras por su conservación.
La flora, la fauna tropical, las casas, mercados, escuelas y embarcaciones, los vendedores de fruta, las rutinas de pueblos afrodescendientes del Pacífico y el Caribe, y cientos de retratos fechados y marcados con el nombre de sus protagonistas, quedaron plasmados con lápiz y tinta en más de 3.000 folios y 65 libretas donadas por su familia y conservadas por el MAMM desde el 2006. Hoy, este extenso archivo personal revela la mirada de un artista recordado por su humor, sencillez y afable cercanía, que encontró refugio en el contacto con diversas comunidades e inspiración en la huida.
El Museo celebra con esta muestra, que a su vez funciona como un viaje de vuelta a la Colombia de mediados del siglo XX y sus maneras de acercarse al territorio, 100 años del natalicio de Hernando Tejada, quien desde el ejercicio de su paciente contemplación y profunda sensibilidad capturó parte de la diversidad y la riqueza del país.
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