Fósil acústico es un proyecto de los artistas Santiago Reyes Villaveces (Bogotá, 1986) y Daniel Villegas Vélez (Manizales, 1984) que transforma el Lab3 en una cámara de resonancia por medio de una escultura táctil que tiene la forma del oído interno, desde la cual es posible manipular el ambiente sonoro de la instalación. El componente auditivo de la obra está conformado por grabaciones de campo y un sonido sintetizado continuo (drone) que responde en tiempo real a la interacción del público con la escultura así como a la actividad de las aguas del río Aburrá y su entorno. Para ello, una estación de análisis instalada cerca del nacimiento del río, en el sector de San Miguel, realiza mediciones acústicas utilizando hidrófonos y sensores que transmiten los datos a la sala del Museo. Las mediciones de las resonancias, que indican corrientes y turbulencias en el río, se emplean para modificar el timbre o sonido del drone.
Las grabaciones incluyen paisajes sonoros de la cuenca del río obtenidos a través de talleres comunitarios, así como sonidos de especies nativas recopilados en los últimos veinte años y que pertenecen a la Colección de Sonidos Ambientales del Instituto Humboldt. Estos sonidos funcionan como memorias en búsqueda de significado. Así, cada registro fonográfico actúa como un «fósil acústico», una huella dejada por la interacción entre fuerzas humanas y naturales, proyectándose hacia el futuro como una voz que, ante todo, reconoce su propia existencia efímera.
Hoy cuando la alteración de ecosistemas, la deforestación y los procesos de cambio climático causados por la actividad humana (aumentos de temperatura, inundaciones, sequías y transformación de patrones atmosféricos) han alcanzado niveles irreversibles, cada sonido y cada voz nos habla también de su inminente desaparición. A través de una experiencia táctil y sonora, Fósil acústico invita a reconocer nuestra interdependencia con la naturaleza y reflexionar sobre la crisis climática. Nos sugiere también que la escucha es una experiencia total que involucra todo nuestro cuerpo y los ecosistemas que nos rodean. Fósil acústico. Escuchar (con) el río es una invitación a sentir y pensar la escucha desde el cuerpo, un cuerpo localizado, un llamado a dejarse tocar por el sonido y, a su vez, una oportunidad para tocar la escucha, ubicándonos en medio de la red de relaciones que mantenemos con el río Aburrá, con sus territorios, comunidades y con la diversidad de seres que habitan sus orillas y aguas.
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