Artistas: Adán Vallecillo, Adrián Flores Sancho, Benvenuto Chavajay, Christian Salablanca, Crack Rodríguez, Edwin Sánchez, Fredman Barahona, Elyla Sinvergüenza, Gabriel Pérez, Miranda de las Calles, Jessica Lagunas, José Castrellón, Leonardo González, Tatyana Zambrano y The Fire Theory
Las obras presentadas son una respuesta, una reacción, a los procesos de violencia, entendida esta como la derivada de los múltiples conflictos de las últimas décadas en Centroamérica, ejercida por el Estado y otros cuerpos armados, pero también como una realidad cotidiana y psicológica. Desde esa perspectiva, se puede hablar de violencias en plural (simbólica, estructural, cultural, etc.) en lugar de violencia como lugar común singular.
Esta multiplicidad se corrobora no sólo con el hecho de que cada contexto y cada conflicto son diferentes, sino con que cada obra se aproxima al término de forma también distinta: unas, con acercamientos más literales o directos, desde la denuncia o el señalamiento; y otras, desde perspectivas metafóricas, con sentido del humor, o a partir de la elaboración poética. Esta diversidad, unida a la especificidad de cada contexto, genera preguntas, cuestionamientos y resultados concretos únicos.
El arte ofrece la posibilidad de aproximación a la realidad –violenta o no– de una forma nutritiva: los artistas seleccionados no caen en la estetización, frivolización o panfletización de hechos violentos; más bien, estas obras son el resultado de procedimientos en los que el trauma se elabora formalmente, como un ejercicio de análisis, crítica y cuestionamiento de la violencia. El acto ineludible de comprensión, reafirmación y superación es compartido por todos, más allá de las fronteras espacio-temporales.
En ese sentido, las obras exhibidas reflexionan sobre la violencia pero también sobre los conflictos que rodean a los artistas, quienes a su vez abordan sus temas a través de distintas estrategias: algunos indagan sobre el impacto de los eventos violentos en el cuerpo y la psique del individuo; otros someten su cuerpo a actos brutales para recontextualizar el hecho de violencia y así romper la indiferencia en la que a veces caemos; incluso hay quienes cometen actos ilícitos mientras otros alientan a la audiencia a hacer una pausa para reflexionar sobre las imágenes presentadas con el fin de crear significados propios.
Un valor sobre el cual apreciar y pensar una obra de arte es su posibilidad de generar empatía, la capacidad de comprender o sentir la experiencia de los demás desde la propia perspectiva. Muchos artistas buscan causar un efecto en el espectador, alterar las convicciones o patrones de emociones del público, y por ello Al dictado. Arte y conflicto en Centroamérica tiene como objeto plantear que, aunque cada experiencia de conflicto es única, es posible ser empático con el dolor ajeno, con los sufrimientos de los demás, y que puede haber un poderoso vínculo entre arte y vida cuando se crean las conexiones adecuadas.
Agradecimientos especiales: Pintuco