Resume extraordinariamente su moderna originalidad estilística. Demuestra su particular concepto de belleza y del desnudo femenino; la interacción entre lo público y lo privado, entre la esperanza y la crítica, entre la representación del dolor humano y la experimentación artística, todos temas comunes en su obra. En esta acuarela hay tres planos pictóricos. El primero representa un cuerpo femenino desnudo y distorsionado visto desde atrás. Esta mujer está de pie, reclinada sobre una cama blanca en una postura que denota angustia, desolación y soledad. Sus tacones rojos están tirados sobre el suelo. La disposición del cuerpo, cama, zapatos y fondo crean una sensación de que la recámara está inclinándose y a punto de hundirse.
El segundo plano es simplemente un fondo negro sobre el que destaca la figura, creando una atmósfera oscura y dramática. En el tercer plano hay una ventana a mano izquierda de la pared donde una elegante mujer con un sombrero de plumas observa a la mujer desnuda con un gesto de burla. La pintura está construida casi de manera abstracta, con planos pictóricos imposibles, contrastando no sólo volúmenes sino condiciones humanas, en una extraordinaria representación del sufrimiento, la injusticia y la desolación.