Obra de sátira política y cuestionamiento al gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla, en la cual la artista utiliza menos elementos formales que los aparecidos en la acuarela que lleva el mismo nombre y tema. La pintora continúa y afirma su propuesta zoomorfa como estrategia de representación y como apuntalamiento de su postura irónica. El personaje central de la obra, caracterizado dentro de lo esperpéntico, aparece como un batracio que toma una copa posiblemente de champaña, cuya vestimenta de alta graduación militar está sugerida por las charreteras y por su quepis. A sus lados, otros militares, también representados como batracios, elevan sus manos en gesto de plegaria y se apoyan sobre una mesa en la que aparecen cabezas de fieras y que está cubierta por un mantel con los colores de la bandera. En el piso están regados esqueletos y huesos que pueden representar los muertos de la época de la Violencia en el país.
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