Hace unos años se viralizó la frase “Attenzione pickpocket” en voz de Mónica Poli, una italiana que cansada de que los carteristas saquearan a los turistas que visitaban Venecia, decidió convertirse en una suerte de justiciera callejera que con su grito no solo alertaba a las víctimas sino que hacía huir despavoridos a los carteristas. Esos personajes que aprovechan el tumulto para colar las manos en los bolsillos de los transeúntes desprevenidos no conocen de límites territoriales, así lo deja registrado Luz Elena Castro quien con su lente capturó la actividad de mujeres carteristas en las calles de Medellín durante 1970 y 1980. En Mujeres carteristas (1984), se desmitifica el rol doméstico y social de la mujer. Allí no se presenta al delincuente arquetípico del imaginario visual colectivo, y mucho menos a la seductora femme fatale que engatusa a sus víctimas, por el contrario, las ladronas se ven como madres, tías, abuelas o transeúntes casuales, porque de hecho lo son. Estas fotografías no enjuician a las protagonistas, sino que dan visibilidad a escenarios y dinámicas ocultas, pero latentes en la cotidianidad citadina, dinámicas que difícilmente han encontrado cabida en la representación plástica propia de la modernidad. Con esta serie, Castro contribuye a ampliar el repertorio temático de la fotografía artística, para incluir en ese gran relato a los parias, a los invisibles y a los indeseados, que también hacen parte de la realidad colombiana y que son síntoma y símbolo de aquello que aún tenemos por trabajar como sociedad.
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