A mediados del siglo pasado Tejada encontró un tema artístico que lo acompañó hasta sus últimos días: los manglares. Estos fueron protagónicos en su producción entre 1995 y 1998, pero aparecieron por primera vez en formato serigráfico hacia 1950. Serían necesarios múltiples acontecimientos para que el manglar saliera del papel a su forma escultórica final. Hacia 1963, Tejada se aproximó a la escenografía y a la producción de títeres y autómatas; de allí derivó su primera exhibición de obras en madera, realizada en el Museo La Tertulia en Cali, y llevada posteriormente al Museo de Arte Moderno de Bogotá y a la Galería Siglo XX en Quito. Así consolidó el uso continuado de la madera como materia fundamental, y empezó a dilucidar el cuestionamiento a las formas de producción industrializadas y a los límites entre arte y artesanía. Tejada, como muchos de sus contemporáneos, orientó la mirada hacia el paisaje, pero demostró particular fascinación por los parajes del Pacífico colombiano, allí conoció el manglar, ecosistema complejo y fascinante; en torno a él llegó a desarrollar una copiosa producción, que comprende imponentes figuras escultóricas y relieves en pequeño y mediano formato. Estas piezas que tienen un característico tono rojizo, propio del cedro policromado, son una ventana a la exuberante diversidad natural de nuestro país. Las obras de Tejada ofrecen de este modo, un panorama extenso, pero más que nada optimista, de la realidad de las costas colombianas en donde belleza y dignidad conviven en igual medida.
Manglar nocturno I
1996
Técnica: Ensamble de madera policromada
Dimensiones: 206 x 60 x 60 cm
N° inventario: 1932