Débora Arango produjo poderosos desnudos tan temprano como en 1939, a pesar de que era una ferviente católica en el contexto conservador del Medellín de ese entonces. Su obra fue censurada y criticada severamente como obscena y pervertida debido a la femineidad controversial de las retratadas, sin importar su estatus social. Así fuesen mujeres jóvenes y hermosas, monjas o prostitutas, Arango las representó con dignidad y enfatizando su sensualidad. La mística es un retrato de una monja que se ha despojado de sus ropas. A pesar de que su velo cuelga de su brazo cubriendo la parte baja de su cuerpo desnudo, su rostro y pechos resplandecen frente al fondo oscuro, enfocándose en su sensualidad en lugar de la austeridad asociada con ser una monja. Mientras que una iglesia en el fondo destaca su identidad, muchos de los otros elementos de la imagen la contradicen. Su brazo derecho es adornado por un reloj de brazalete y su cuerpo está rodeado por tulipanes rojos que resaltan la sensualidad y feminidad de la mujer, sugiriendo un dilema entre su vocación religiosa y su naturaleza humana.
Débora comentó acerca de esta pintura: “La expresión pagana surge espontáneamente en mi temperamento. En alguna ocasión traté de dibujar el rostro de una mujer para hacer La mística y contra todas las fuerzas de mi voluntad resultó ser el rostro de una pecadora”.
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