Aunque para 1920 la fotografía ya se hallaba bastante democratizada a través de los gabinetes y talleres fotográficos, su alcance era todavía limitado, pues requería personal especializado y equipos e insumos de difícil obtención. Por ello el registro fotográfico era esporádico y se empleaba mayormente en fechas y eventos relevantes, por lo que era aún menos usual fotografiar a un menor o recién nacido. Aunque los niños estaban presentes en la producción de De la Calle, existe un género en el que fueron predominantes: las fotografías postmortem. Herederas compositivas de la muerte barroca y consolidadas en la práctica francesa del último retrato (Le Dernier Portrait), estas imágenes se popularizaron en Antioquia a principios del siglo XX, en gran medida por la creencia popular de que si el menor fallecido había sido bautizado, se convertía en ángel, por lo cual pasaba a ser un intercesor divino entre Dios y la familia. En las fotografías póstumas de De la Calle predomina la composición que simula el sueño. En ella los niños reposan en un féretro diminuto que hace las veces de lecho. Su cuerpo se halla ataviado acorde a las creencias de sus padres, la mayoría de ellos católicos. La ropa y el ataúd blancos aluden a la pureza e inocencia del retratado, y el delicado tratamiento que le daba De la Calle a la toma no hace sino aumentar la solemnidad de la escena, incluso en aquellas fotografías donde los padres entre acongojados y absortos acompañan el cuerpo de su hijo.
Jesús Salvador Estrada D. Belén
1928
Técnica: Fotografía análoga B/N
Dimensiones: 20 x 25 cm
N° inventario: 813
Fecha de ingreso a la colección: 1982
Tipo de adquisición: Donación por el FAES (Fundación Antioqueña de estudios sociales de Medellín)