Luis Caballero (1943) fue criado en una familia bogotana vinculada a una larga línea de expresidentes, escritores, diplomáticos y militares. Sin embargo, a pesar de la comodidad práctica, libraría desde temprano complejas batallas: una relación familiar tensa, una timidez casi crónica, su homosexualidad en tiempos todavía más hostiles que los que corren, y la certeza apabullante de que no lograría encontrar en su arte lo que perseguía. Antes de ser una de las figuras inexpugnables del arte colombiano, Caballero fue un adolescente solitario al que la religión atraía profundamente; entre altares y sahumerio contempló los primeros cuerpos desnudos, aquellos mártires que oscilaban entre dolor agónico y éxtasis divino, entre muerte y placer, y que serían el faro hacia el que enfilaría sus naves. Caballero se formó en la Universidad de los Andes (1961) con Juan Antonio Roda, Luciano Jaramillo y Marta Traba, para después trasladarse a París, donde conoció a Terry Guitar, pintora estadounidense con quien se casó en 1966. Para entonces, Caballero ya había consolidado la fase inicial de su estilo, influenciado por artistas como Géricault, Bacon, Allen Jones, De Kooning y de Staël. En 1968, su “cámara del Amor” fue ganadora de la Primera Bienal Iberoamericana de Pintura Coltejer. Con el tiempo, y cuando ya había hecho pública su homosexualidad, aquellas obras de tonos pop se irían transformando, la libertad, la monocromía, la línea, el contraste, la volumetría y sobre todo el erotismo masculino se irían apoderando de sus pinturas, dibujos, grabados y finalmente de su vida.
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