El trabajo de Juan Camilo Uribe (1945-2005) se consolida en un contexto que oscila entre el arraigo tradicionalista de la sociedad antioqueña de mediados del siglo XX y el dinamismo artístico propio del ambiente que gestó las Bienales Coltejer (1968-1972) y el Primer Coloquio de Arte No-Objetual (1981). Desde 1970 Uribe articuló este contraste, haciendo de la iconodulia católica la materia prima de sus obras, e incorporándola así a las esferas del medio artístico. Sus collages, ensamblajes, artefactos, instalaciones y serigrafías dan cuenta de otro factor importante de su trabajo, no existía en su producción una intención académica canónica, ni se sentía llamado por los medios y formatos tradicionales. Hizo de lo cotidiano su campo de acción, y de la observación y satirización, la cualidad más aguda de su trabajo. Las obras de Uribe no solo nos recuerdan la tendencia social a la sacralización de la cultura, sino que también ofrecen una mirada a los consumos culturales de lo sacro. A través de imágenes seriadas de personajes como Gregorio Hernández, las Ánimas del Purgatorio, o el Divino Niño Jesús, Uribe crea un diálogo entre lo kitsch, la formulación conceptual y la estética pop, que potencia al desmitificar estas figuras a partir de la repetición y de su hibridación con elementos de uso cotidiano. Tal es el caso de Bandeja (s.f), perteneciente a la colección del MAMM que presenta una composición concéntrica con una de las figuras más distribuidas en la historia de Gráficas Molinari, la estampita del Divino Niño.
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