Con esta obra, el artista ganó en el año 1998 el XVIII Salón Arturo y Rebeca Rabinovich. Rendón experimentó con la cámara, realizó animaciones a partir del movimiento de unas tijeras y del péndulo de un reloj, y filmó edificios de la ciudad, imágenes que posteriormente articula y superpone a la sombra de la estructura simple de una silla que se proyecta en el video. El resultado visual de la obra es la integración del objeto real y su sombra con la animación; la luz sobre la estructura tridimensional crea una ilusión de unión con la proyección, sincronizando lo que se presenta ante nuestros ojos como realidad en el tiempo y espacio. El trabajo de Rendón es, así, un juego con nuestra percepción.
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