En una sociedad moldeada por un profundo vínculo con la Iglesia, el deber ser de las mujeres era casi siempre formar un hogar y asumir un rol de esposas y madres. Sin embargo, ese pensamiento causaba una inconformidad evidente en la artista que estaba en contra de la tradición social y religioso. Resulta interesante encontrar que en ocasiones prefirió no pintar temáticas religiosas, tan comunes en el arte de entonces. Su obra Amargada puede decirnos un poco más al respecto, pues en ella Débora retrata a una mujer asociada con la figura de la solterona, un personaje que no le queda más que la tristeza por no encajar, por no ejercer su rol de mujer de familia. Sin embargo, lo revelador de esta pintura está al reverso del lienzo, donde se encuentra parte de una obra conocida como La Anunciación pintada en 1938 y claramente alusiva a un hecho bíblico, que Débora decidió nunca exhibir ocultando tras la imagen de Amargada la que pudo ser una polémica escena para las entidades religiosas.
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