En obras como Adolescencia (Clavel rojo), Débora Arango revirtió la mirada masculina mediante el dominio del género del desnudo y la autorepresentación femenina al retratar la sensualidad de una mujer. Este polémico acto, motivo de escándalo social y moral, escaló cuando la artista exhibió dicha pintura frente a la conservadora sociedad antioqueña de la década del cuarenta, no solo por retratar a una mujer desnuda, sino porque su autora era también una mujer. En esta pintura Arango introduce por primera vez en el arte local, temáticas relacionadas con la condición femenina y esto, como podía esperarse, resultó escandaloso para determinados sectores sociales.
Las damas de la Liga de la Decencia de Medellín elevaron una queja al arzobispo quien invitó a la pintora a comparecer ante él, pidiendo que le explicara quién servía de modelo para sus obras, a lo que Arango respondió sarcásticamente que se inspiraba en las hijas de las señoras de la Liga de la Decencia con quienes compartía la piscina del Club Campestre. El religioso la amenazó con la excomunión si su obra no era retirada del segundo concurso de pintura de la Sociedad de Amigos del Arte. Esta y otras pinturas fueron objeto de exclusión y censura para la artista, tanto por las temáticas y personajes expuestos, como por la aparente amenaza que representaba una mujer como Débora en la escena artística local, conquistada principalmente por hombres.
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