Arango realizó esta pintura en sus treinta y la modelo fue una de sus hermanas. Tradicionalmente, en esa época, las mujeres artistas debían tener acceso mediado a la feminidad y el cuerpo humano por medio de la iglesia, la sociedad, morales, medicina, leyes, etcétera, así que la subjetividad femenina les era negada. El cuerpo femenino era para la mirada y placer masculino. Las nociones de feminidad y maternidad son construcciones sociales y culturales que funcionan de diferente forma en cada sociedad en la que lo “femenino” es dado por hecho. En obras como Adolescencia, 1939, Arango revertió la mirada masculina, tomando dominio del género del desnudo y la auto-representación femenina al retratar la naciente sensualidad de una mujer. El primer plano está dominado por las modeladas piernas, la parte superior del cuerpo está cubierta por una camiseta roja y su rostro por su brazo que deja al descubierto sus labios rojos. Los diversos puntos dinámicos del plano pictórico producen una imagen que es simultáneamente sugestiva, íntima y autónoma. El cuerpo recostado, las piernas cruzadas, flor blanca entreabierta y sus labios denotan inocencia y floreciente feminidad.
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