En la obra de Hurtado, la recurrencia de un elemento formal como la casa al menos la figura convencional de lo que la mayoría de nosotros identificamos como tal significa un eterno retorno al lugar de la infancia y la memoria. Esta aparece siempre referida como símbolo a través de un lenguaje plástico que se encuentra a medio camino entre la figuración y la abstracción. En este sentido, la geometría con la que construye lo que parecieran planos que remiten a los espacios habitacionales, aplicada tanto a la composición pictórica como a las intervenciones tridimensionales, se ha integrado a sus especulaciones como una constante.
En Abandonos caseros, el artista nos presenta una serie de pinturas en las que aparecen registradas, en medio de grandes superficies de color, las historias de desplazamiento infantiles fruto de la violencia y las problemáticas sociales. La casa como lugar del hogar pero también del destierro, del desplazamiento, es aquí obsesivamente referenciada. A través de un gesto pictórico contundente y rápido, al que se suma un trazo gráfico que enfatiza las figuras y los textos solo posibles de leer en fragmentos, Hurtado nos recuerda que nuestra noción de territorio existe, en primera instancia, siempre en relación con la casa. No obstante, esta como estructura física y como abstracción del hogar, resulta no siempre ser sinónimo de calidez y seguridad.
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